Meat Consumption and Cancer Risk

Jeanine M. Genkinger, Anita Koushik

Published: December 11, 2007

Jeanine M. Genkinger is at the Department of Oncology, Division of Cancer Genetics and Epidemiology, Lombardi Comprehensive Cancer Center, Georgetown University, Washington, D. C., United States of America. Anita Koushik is at the Département de médecine sociale et préventive, Université de Montréal, and Axe Santé des populations, Centre de recherche du CHUM, Montreal, Quebec, Canada.  To whom correspondence should be addressed. E-mail:
anita.koushik@umontreal.ca


Fuente: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2121650/?tool=pubmed
© 2007 Genkinger and Koushik

The large international variation in incidence rates of cancer, together with findings from migrant studies, suggest that environmental factors such as diet are associated with cancer risk. The intake of meats, such as beef, varies 3-fold across the world—consumption is highest in developed countries (23 kg/capita) compared to less developed countries (6 kg/capita) [1]. Based on Richard Doll and Richard Peto's work in 1981, it has been estimated that approximately 35% (range 10%–70%) of cancer can be attributed to diet, similar in magnitude to the contribution of smoking to cancer (30%, range 25%–40%) [2].

Meat consumption in relation to cancer risk has been reported in over a hundred epidemiological studies from many countries with diverse diets. The association between meat intake and cancer risk has been evaluated by looking both at broad groupings of total meat intake, and also at finer categorizations, particularly intakes of red meat, which includes beef, lamb, pork, and veal, and also more specifically processed meats, which includes meats preserved by salting, smoking, or curing.

Although the association of cancer and meat intake may be partially explained by high-energy or high-fat (“westernized”) diets, of greater interest is a possible direct role of potentially carcinogenic compounds that are found in meats, including N-nitroso compounds, heterocyclic amines, or polycyclic aromatic hydrocarbons. N-nitroso compounds are broad-acting potent carcinogens in animal models [3] and include nitrosamines, which require metabolic activation to be converted to a carcinogenic form, and nitrosamides, which do not require activation. Similarly, heterocyclic amines are classified as mutagens and animal carcinogens [4–8]. These compounds and others present in meats (salts, nitrates, nitrites, heme iron, saturated fat, estradiol) have been theorized to increase DNA synthesis and cell proliferation, increase insulin-like growth factors, affect hormone metabolism, promote free radical damage, and produce carcinogenic heterocyclic amines [9–16], all of which may promote the development of cancer.



CONSUMO DE CARNE y EL RIESGO DE CÁNCER

La gran variedad registrada mundialmente en las tasas de incidencia del cáncer, junto con las mediciones de estudios sobre poblaciones que migran, sugieren que factores ambientales, como la dieta están asociadas al cáncer. La ingestión de carnes, como la carne de vaca, tiene variaciones de consumo de hasta tres veces según las regiones, siendo el consumo en los países desarrollados máximo (23 kg / cápita) comparado con países menos desarrollados (6 kg/ cápita).
Basados en los trabajos de Richard Doll y Richard Peto, de 1981, se ha estimado que aproximadamente el 35% (con un rango de 10% a 70%) de los cánceres pueden ser atribuidos a la dieta, valores similares a la contribución del cáncer del uso de cigarrillos. (30% , rango 25% a 40%).

El consumo de carne relacionado al cáncer ha sido reportado en más de 100 estudios epidemiológicos efectuados en muchos países. La asociación entre el consumo de carne y el riesgo de cáncer ha sido evaluada analizando el consumo de carnes en total, y analizando consumos particulares, como vacuno, cerdo, cordero, ternera, y también aún más específicamente, como carnes procesadas, que incluyen sales, ahumado, y otros conservantes.

A pesar de que la relación ha sido parcialmente explicada por la elevado consumo de “energía” o dietas con altos niveles de grasas (dieta occidentalizada), es de gran interés el potencial rol cancerígeno de compuestos presentes en la carnes, tales como los N – nitroso, aminas heterocíclicas, hidrocarburos aromáticos policíclicos. Los compuestos N- nitrosos son cancerígenos potentes de amplio espectro , al menos en animales, dentro de los cuales están las nitrosaminas, las cuales deben ser metabolizadas para convertirse en formas activas carcinogénicas, y las nitrosamidas, las cuales no requieren activación. Similarmente, las aminas heterocíclicas se clasifican en mutágenos y carcerígenos, en animales. Estos compuestos, sumados a otros también presentes en las carnes (sales, nitrtos, nitritos, hemo - constituyente de la hemoglobina y la mioglobina, entre otros – grasas saturadas, estradiol) se piensa que incrementan la síntesis de ADN y la proliferación celular, aumentan factores de crecimiento tipo insulina, alteran el metabolismo hormonal, promueven el daño de radicales libres, y producen aminas heterocíclicas, lo que puede promover el desarrollo de los cánceres.